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De mi manía y otros elogios

De adolescente fui manicurista. Empecé a los 13 años hasta los 18 cuando ya empecé a ser becaria en la universidad. Creo que contar eso me hace ver bien porque  muestra que desde niña he comprendido el esfuerzo por el trabajo pero no me hace ver bien contar que desde niña me como las uñas y hasta la fecha lo hago. Cinco años trabajé  arreglando uñas a otros mientras llevo casi mi vida destruyendo las mías. Suena dramático  pero creo que si se escala a otros rasgos de mi vida es una gran metáfora.
 
Recuerdo que cuando leí Cien años de soledad hablaban de un miembro de la familia Buendía que le decían que iba a ser cura. Su tía le había enseñado a cuidarlas así  que cuando el levantaba  la ostia sus manos blancas e impecables se diferenciaban de las manos de los que trabajaban la tierra. Posiblemente recuerdo eso muy bien porque había comprendido que las manos hablan , así que ¿qué dirían mis manos?
 
La onicofagia es la «manía de comer o morderse las uñas con los dientes, provocando daños en los dedos, dientes y las uñas mismas, causando infecciones y dando un aspecto desagradable a las manos». Es una especie  de una autolesión. No sabía que se llamaba así y no sabia que era una autolesión  hasta que vi un programa  de rehabilitación donde una chica se autolasceraba  para calmar su dolor y decía que cuando veía brotar sangre de si eso la relajaba, me sentí expuesta porque en mi ansiedad muchas  veces me he lastimado  al grado de ver sangre así sea solo un poco. Y esa es mi realidad  hasta hoy.
 
Mis manos son símbolo  de mi vergüenza  porque  no puedo esconder mi estado ansioso  a menos de que use uñas falsas que si bien cubren por un  tiempo mi manía y siento que hacen ver mis manos más refinadas una vez me las quito ( porque  también  las voy desbaratando) quedo otra vez expuesta.
 
Pero para misericordia también desde niña hay algo que amo hacer:  pintar, y es por eso también  fui manicurista, siempre ha tenido que ver con mi don. Hace algún tiempo empecé a publicar vídeos cortos en un proyecto que lleva por nombre Yassgrafia en la que muestro lo que pinto y en parte procuro esconder mis pulgares cuando cojo el pincel que son los que  menos me gustan…pero increíblemente  me atreví así quede en evidencia. Hubiera preferido que todo este asunto se resolviera en total anonimato pero Dios en su manía de depositar sus tesoros en vasos de barro, decidió usar mis manos que son mi vergüenza  para su gloria. Me encantaría  ver que pronto  mis manos tuvieran otra apariencia pero honestamente lo que me gustaría es que no quedara evidencia alguna de mis estados  ansiosos. Dios no creo que opere así, El quiere ir hasta la raíz.
 
Mientras El sigue obrando en mi corazón  y yo sigo aprendiendo  a caminar con El quisiera usar mis manos para los dones que El depositó en mi, tal vez así como la lepra de Naamán, de zambullida en zambullida El me sane.

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